Parte 2: Días de incertidumbre

“Eran días de mucha angustia, los médicos me decían que la probabilidad de sobrevivir era un caso de cada 500 personas y no podían decirme qué iba a pasar: si mi hija saldría del coma, o no, y si salía de qué manera iba a despertar, fue muy duro estar ahí”, detalla.Las visitas eran de 1:00 p.m. a 6:00 p.m. todos los días, pero a Beatriz no le importaba que no la dejaran entrar a verla en las mañanas, permanecía en la sala de la Unidad de Cuidados Intensivos desde las 7:00 a.m. y, en ese tiempo, aprovechaba para hablar con los médicos y entrar al oratorio de la clínica a rezar.

“No quería estar en mi casa, necesitaba estar cerca de mi hija por si ella despertaba, ser la primera en saber, y me quedaba en la UCI hasta que me sacaban las enfermeras, no me gustaba que me reemplazaran para cuidarla, el novio, los suegros, amigos y allegados iban y la veían cinco minutos y yo les cedía el puesto”, recuerda. Los médicos le dieron una mala noticia, su hija podría quedar inválida y perder la movilidad del brazo derecho, por lo que le recomendaron hacerle masajes constantemente, ella pasaba horas frotando los pies con crema.

El día 17, en la Unidad de Cuidados Intensivos, Beatriz con su instinto materno sintió que era necesario que Ana escuchara ‘Ha llegado un ángel’ de Juan Gabriel, canción con la que la joven se identifica porque se le ponían desde antes de nacer y creció escuchándola y cantandola.

Es un ángel que ha llegado Desde el cielo azul Con la venia del Eterno Para ser la luz Que ilumine mi sendero Para ver mejor Su amor Es un sueño Que se ha vuelto Realidad Y es flor Con perfume A paz Su aroma huele Solamente amor Estas son algunas de las estrofas que Beatriz se sabe de memoria y que cantó ese 16 de marzo de 2018. Ese día llevó un baflecito improvisado y lo conectó con su celular a través de bluetooth para que tuvieran buen volumen.

“Días antes le había puesto audios de salmos y de mensajes de nuestros allegados. Un día cualquiera se me ocurrió ponerle su canción y Ana dejó ver lágrimas en los ojos, entonces yo llamé a la enfermera y les pregunté que si era normal que llorara, pero ellos creían que yo estaba tan desesperada e ilusionada que veía lo que no era”, recuerda.

De inmediato un enfermero fue a la habitación a revisar y le dijo a Beatriz que su niña respondió a ese estímulo y desde ese 16 de marzo empezó a responder a más estímulos. “Yo le decía: hija si me escuchas por favor apriétame la mano y ella me apretaba, fue un día muy feliz porque supe que despertaría y por eso le hice una cartelera con fotos significativas de su vida: su infancia, grados de preescolar, del bachillerato y de su pregrado de Comunicadora Social”.

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